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Incompatibles

Si es que nos lo ponen a huevo… o como diría el ínclito Mano Guerra, “botando en el punto de penalti”. Vivir el día a día una campaña electoral municipal en una ciudad portuaria es para un periodista especializado en logística lo más parecido a situarse a poner multas tras un cambio de rasante.

  • Última actualización
    23 mayo 2019 08:43

Lamentablemente, por más que acertemos a meterla por la escuadra, por más que nos hartemos de poner multas, la impunidad se sigue manifestando con la indolencia de quien sabe que nadie va argumentar en contra de determinadas barbaridades, menos todavía cuando en un debate electoral se valoran los tiempos y los temas de otra forma, ya no tanto destacando la importancia de los asuntos, sino en función de su repercusión mediática, que no social.

Creo que tenemos perdida la batalla de tal forma que tanto los puertos como sus zales y áreas de influencia van a seguir siendo objeto de la ira infundada de quienes no tienen más argumentos que la pataleta en busca del aplauso facilón de la audiencia. Ya se sabe, siempre es más fácil buscar la complicidad a través del miedo. Los malos jefes creen que tienen autoridad infundiendo el temor; los muy malos, además, se jactan de ello.

La política valenciana María Oliver aseguraba hace apenas un par de días que es “incompatible apostar por una ciudad de turismo excelente con una actividad portuaria centrada en el tráfico de petroleros y grandes barcos de contenedores”.

Confío en la inteligencia de todos ustedes como para no tener que desperdiciar un solo renglón en contestar semejante chorrada, pero no me puedo resistir a apelar a la responsabilidad de la clase política a la hora de articular sus discursos.

Una persona dedicada a la política y que tenga clara cuál es su función dentro de la sociedad, debería saber que su trabajo no es buscar incompatibilidades y pregonarlas, más bien al contrario, se trata de hacer compatible lo que parece incompatible; de buscar soluciones donde no las hay; de trabajar para todos, y no para unos cuantos; de generar energía y un buen estado de ánimo huyendo del mal rollo y la oscuridad. En definitiva, lo que buscamos los ciudadanos es representantes políticos que sean responsables, sensibles, trabajadores, honestos, honrados y, por supuesto, personas. ¿Mucho pedir? Bueno, más o menos es lo que pedimos a todos los que nos rodean, ¿por qué no demandarlo también a un político?

Contentar a todos es imposible, es una obviedad, pero la experiencia nos dice que cuando se trabaja con la sensibilidad necesaria como para escuchar y tratar de comprender a todos, se nota, y mucho.

Me gustaría insistir en el concepto. Es perfectamente posible defender la riqueza económica y el empleo que genera un puerto (construido hace muchas décadas e imposible de revertir) al tiempo que se abanderan las más altas exigencias en materia de respeto y defensa del medio ambiente. La experiencia ha demostrado que es cuestión de voluntad y de entendimiento.

La experiencia también ha demostrado que no es lo mismo hacer una política de oposición que gobernar. La cruda realidad se impone y a veces, cuando se accede al poder, no es tan fácil tomar decisiones siguiendo la línea argumental de las promesas electorales. El desarrollo de políticas sociales requiere una mayor financiación, sin esperanza de retorno económico, y la vía de los ingresos es limitada.

Apelamos de nuevo a la responsabilidad. No nos vendan lo que no podrán dar. No somos tan tontos.