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Efecto 2020

Buenos días. Es 7 de enero. Por fin.  Sospecho que ustedes también estaban ansiando la llegada de este día para retomar la rutina, la bendita rutina que da sentido a nuestra existencia; para volver a los buenos  hábitos, al mundo virtuoso del trabajo, paraíso terrenal del homo laboris; para regresar a ese útero materno, calefactado a 22 grados centígrados, que son nuestros despachos y oficinas, naves, almacenes y centros de trabajo donde nos sentimos confortados y a salvo de las amenazas del mundo exterior.

  • Última actualización
    03 enero 2020 17:24

Ese día ha llegado. Y es hoy. ¡Feliz 7 de enero! San Raimundo de Peñafort. Patrón de los abogados, maritimistas también. Lástima que sea martes, y no lunes, para poder contemplar en todo su esplendor, desde la lontananza del primer día de la semana, los cinco-días-cinco de la semana laboral, cada cual más venturoso y prometedor.

Mientras tanto, en la pared del despacho descansa, suspendido de una escarpia,  un calendario nuevo. Otro más. Por variar. Los años impares son de las transitarias. Los pares,  de las navieras. Los puertos editan calendarios bonitos, muy artísticos, pero visten más en la  pared de la cocina de casa que en la de la oficina, donde lo que mola es colgar uno de esos calendarios, ora de transitarias, ora de navieras, que te muestran de un sólo vistazo tres meses a la vez, en cascada, para que sin apenas tiempo para pestañear puedas abarcar de golpe 90 razones para ser feliz, a razón de 30 al mes.  Y en decúbito supino, sobre la mesa del despacho, reposa, arropado por una tapa de cuero azul marino,  el Dietario Deusto 2020,  la Biblia de los Dietarios. El papel todo lo aguanta. O eso al menos dicen... 

Llega 2020 porque nos lo anuncian los calendarios de pared y los dietarios de mesa. Llegan con una bala de más en la recámara. Año bisiesto. Como aquel año 2000, el del Efecto 2000, el Error del Milenio, o del numerónimo Y2K,    el error de software causado por la costumbre que habían adoptado los programadores de omitir la centuria en el año para el almacenamiento de fechas, generalmente para economizar memoria, asumiendo que el software solo funcionaría durante los años cuyos números comenzaran con 19. ¿Recuerdan?

El efecto fue devastador. En Estados Unidos, 150 máquinas tragaperras en las pistas de carreras en Delaware dejaron de funcionar. En Pennsylvania,  una computadora de la biblioteca de una escuela primaria cobró al cuerpo estudiantil excesivamente por tener prestados los libros durante 100 años.  En España fallaron algunos parquímetros, que simplemente rechazaban los tickets de coches aparcados antes de medianoche. Y así, la sucesión de “catástrofes” fue ilimitada a lo largo y ancho del planeta.  Y después de todo aquello, aquí seguimos, surfeando las olas de la crisis y creciendo al 1,9% en España. A los yonkies del crecimiento puede que esta dosis no les quite el mono, pero con el cóctel Crisis de Gobierno-Trump-China-Brexit que fabricó el Efecto 2019, tampoco es que no haya ido tan mal.

Ahora llega el Efecto 2020. “Impulsaremos un Programa de Acción 2019-2022 para la Mejora de la Eficiencia y la Sostenibilidad de la Cadena Logística”.  “Desarrollaremos medidas encaminadas a promover inversiones productivas y sostenibles en los puertos”.  Son dos de los puntos del Acuerdo de Gobierno del nuevo Ejecutivo español.  No conozco película en la que en algún momento alguno de los personajes diga: “Todo va salir bien”. Esta vez no debiera ser una excepción. Atentos a sus pantallas.