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Desplome de los tráficos portuarios

Los puertos llevan su propio tempo. Cualquier analista que se precie, y que no sea un advenedizo de los nuevos tiempos, sabe bien que revisar una tabla estadística de tráficos portuarios es echar la vista atrás un par de meses en busca de explicaciones.

  • Última actualización
    23 junio 2020 17:01

Asimismo, y a la vista de los comportamientos de los flujos del comercio internacional, es posible identificar tendencias y advertir los comportamientos del mercado antes de que se dejen sentir en la economía doméstica.

Vivimos actualmente inmersos en una burbuja en la que todo parece irreal. Un trimestre de parón nos ha dejado en la cuneta al borde de la asfixia; tanto es así que cualquier signo de actividad nos parece un enorme balón de oxígeno que consumimos a bocanadas como si no existiera un mañana.

Observamos los tráficos portuarios, con caídas que superan el 20% de media, y nos consolamos pensando que se trata de algo coyuntural y que pasará rápido. Primero fueron las importaciones de China que se quedaron atascadas en los muelles por la falta de actividad de la industria importadora; ahora vivimos naturalmente los efectos directos del parón de la economía y mañana... mañana será otro día.

Conviene revisar el modelo para no caer en la autocomplacencia que puede producir un repunte de la actividad en forma de V, U, W o raíz cuadrada invertida, que es la tendencia que más mola ahora mismo y que tiene pinta de imponerse entre gurús y aprendices de influencers.

Por mucho que lo repitamos, nunca nos cansaremos de repetir que los puertos no son otra cosa que herramientas al servicio de la economía y la sociedad. Los puertos, las personas que se encargan de la gestión de los recintos portuarios, tienen la obligación de ofrecer las mejores condiciones e infraestructuras para que pueda fluir el comercio exterior de la forma más eficiente posible.

Una vez establecidas esas condiciones, la otra parte es la que debe poner de su parte, si puede, para que el Fórmula 1 dé lo mejor de sí mismo y que todo discurra con fluidez.

Los puertos, las personas que se encargan de la gestión de los recintos portuarios, tienen la obligación de ofrecer las mejores condiciones e infraestructuras para que pueda fluir el comercio exterior de la forma más eficiente posible

Pero si la economía no se mueve y el consumo interno se reduce por la incertidumbre o la pérdida del poder adquisitivo, necesariamente nos encontraremos con bólidos rodando a 120 kilómetros por hora, el máximo permitido en tiempos de crisis.

Porque estamos en crisis, esto es así. Y conviene que seamos conscientes de la situación cuanto antes para poner remedio lo antes posible.

No voy a ser yo quien les hable ahora de las oportunidades que se pueden generar en tiempos de oscuridad, pero es evidente que hay que aprovechar casi cualquier oportunidad para tratar de destacar.

Siempre se dice que una crisis económica peina el tejido empresarial y reconduce a aquellos que son más fuertes discriminando a los que no han conseguido el músculo suficiente como para sobrevivir.

Si bien la prudencia aconseja aguantar agazapado hasta que pase la tormenta, la lógica empresarial nos dice que es ahora el momento de tomar decisiones valientes y de arriesgar.

Las empresarias y empresarios están hechos de una pasta diferente y es en la adversidad donde demuestran qué es lo que son. Mientras unos y otros confían en los paquetes de ayudas y en los fondos europeos, la realidad nos dice que para salir de esta debemos apostar por el tejido empresarial. Nadie dijo que fuera fácil.