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Volver al mono

El sometimiento a las inexactitudes que han de soportar los responsables de los grandes puertos nos puede llevar a que en le futuro no haya quien quiera hacerse cargo del cargo

  • Última actualización
    12 septiembre 2019 12:44

Dicen que lo único concreto que nos separa de los animalitos es la capacidad de comunicarnos de modo complejo. Eso, en tiempos pretéritos, nos ha erguido poco a poco hasta llegar al milagro de caminar de pie, mirando de frente y al frente. Pero todo exceso se paga. Comunicar demasiado, y mal, nos puede llevar a parecernos cada vez más al mono, ese que comunica con gritos y golpes.

Todos queremos gritar algo, con el fin de destacar en esta angustiosa nada de la que venimos y hacia la que inevitablemente vamos. Todos podemos colgar un mensaje o comentar una noticia insultando a quien nos dé la gana, sin datos, sin pruebas, sin justificación. Por muy gorda y grande que sea la aberración publicada, como nada se detiene, como todo pasa, con el tiempo, de esas barbaridades sólo quedará una ligera sospecha en nuestra memoria cada vez más confusa. Esa memoria que siempre opta por pensar mal… de los demás. Se juega con la verdad en temas sin importancia, en temas cruciales, en tonterías y en el pan nuestro de cada día. El problema se multiplica cuando el poder de comunicar es mayor. Los medios de masas o los personajes de relieve son los que más daño pueden hacer si no respetan algo tan jodidamente necesario como la verdad. Es cierto que cada individuo es ya un medio de comunicación. Pero también lo es que hay ya casi tantos medios de comunicación como individuos. Y casi tantos políticos como seres humanos. Por definición, todo político y todo medio de comunicación quiere destacar. Quedarse en el anonimato es lo peor. Antes muertos. Así, vivimos la creciente y muy preocupante moda de ver quién la dice más gorda. Sea lo que sea. Si tú cuentas que el unicornio existe, yo añadiré que habla idiomas y vuela. Hasta el infinito y más allá. Publican las mentiras como si fueran verdades y las verdades como si fueran mentiras. Si ponen en un gran titular que el Ministerio dice que no hace falta una nueva declaración de impacto medioambiental, que el dragado es legal y correcto, que el daño a las playas no es tal… es como si digo que hoy tú no has robado, que ayer aparcaste bien, que hoy no has pegado a tu hermano. El poso vuelve a ser el de la sospecha, la desconfianza, la acusación y la ejecución sin delito ni juicio. El sometimiento a las inexactitudes (es que no sé si se puede decir gilipolleces) que han de soportar los responsables de los grandes puertos nos puede llevar a que en el futuro no haya quien quiera hacerse cargo del cargo. Aunque hagas un trabajo perfecto, tu trayectoria corre el riesgo de ser recordada en función del titular último, el más chillón o el que más eco haya tenido. Puedes lograr todos los objetivos que te han pedido: ampliar tráficos, preparar el puerto para el futuro, respetar al máximo la sostenibilidad, o poner un puerto en órbita si así te lo demandan; aún así, seguirás corriendo el riesgo de que lo único que quede de tu labor sea que has rozado una maceta o has removido el agua al crear el dique. Menos mal que el entorno inmediato, el sector logístico, que también son ciudadanos y, algunos, incluso personas, creo que tiene claro lo que cada cual hace y cómo lo hace. Algo es algo. Lo que no sé es si compensa.