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Tipos de virus

Dicen que por un clavo se perdió un reino. Y es que la pérdida del trocito de metal ocasionó la caída de la herradura. El caballo le acompañó, con el caballero y su liderazgo a bordo. Y el reino se fue a hacer puñetas. Nos preocupamos demasiado de las macro cifras, las grandes estrategias, los inmensos clientes y luego nos dedicamos a pacer tranquilos. Ni se nos ocurre vigilar lo que nosotros no vemos, olvidando que eso no significa que esa amenaza no nos vea a nosotros.

  • Última actualización
    20 febrero 2020 12:59

El sector logístico es, como Rocío Jurado, “el más grande”. Su fortaleza y dimensión le ha tenido siempre atento a los inmensos parámetros. Pero su supervivencia, y con ella la de su entorno, puede correr más peligro por las pequeñas, por las simples cosas, que por las macro. 

En un sector donde el crecimiento es continuado, sostenido y sostenible, los problemas no han de venir de la guerra o la competencia, sino por lo más pequeño que conocemos, o casi: los virus, tan terriblemente dañinos como variados.

Está el coronavirus, que de golpe y porrazo nos ha cercenado los tráficos más que la peor de las crisis. ¿Quién podía estar pendiente de semejante insignificancia? ¿Cómo la todopoderosa logística podría suponer que su daño más rotundo le iba a venir de un murciélago chino? Dicen que el coronavirus puede haber sido contagiado por primera vez por un murciélago, aunque quizás su origen esté en algo más pequeño, como una idea humana, por ejemplo.

Pero hay más virus. Está el de la mentira. Que puede convertir en verdad para algunas mentes, pequeñas también, la más disparatado de los disparates. Virus que ataca incluso a las matemáticas, corriendo las comas y los puntos para convertir los gramos de CO2 en toneladas, tan ricamente. Virus este capaz de destruir tierra, mar y aire y … culpar a los puertos.

Está la política. Jodido virus donde los haya. Tergiversa, desenfoca, antepone los intereses particulares a los generales. Menosprecia, abandona o directamente releva a los mejores profesionales para cambiarlos por los mejores amigos. 

Está el virus del periodismo. Entidad actualmente hambrienta y herida, que convierte la pasión del ser humano por llamar la atención como sea, en forma de vivir o sobrevivir, sin importar nada las consecuencias de sus enfoques desenfocados o directamente falsos.

Si analizan todos estos virus, coincidirán conmigo en lo dañino de todos ellos, pero también en que el que mejor nos cae es el del coronavirus. Ese virus no lo ha creado el ser humano, al menos de momento no hay pruebas de ello. Los demás dependen de las personas y de cómo el conjunto de ellas multiplica exponencialmente la capacidad de autodestrucción. No importa que un puerto, su ciudad, hinterland, país o mundo entero se vaya por la borda, siempre que nos vayamos todos juntos.

Si juntamos todos estos virus, como ocurre en estos tiempos que nos han tocado vivir, tenemos la tormenta perfecta, basada en elementos que, en el mejor de los casos, sólo se ven en el microscopio. 

La logística está en peligro. Pero no intenten defenderse de ese peligro a cañonazos. El coronavirus y la estupidez humana están flotando en el aire. Y las mascarillas sólo sirven, como mucho, para uno de ellos.

El remedio pasa por encerrarse en casa, sí, pero apagando internet, televisor y radio, que el virus se cuela por todas partes. O eso o … pensar.