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Qué suerte tienes

Ya han pasado uno días desde que la famosa curva de la pandemia subió a lo más alto y dejó la moral en lo más bajo. Parece que tenemos opciones de mantener baja la curva, siempre que no bajemos los brazos.

  • Última actualización
    18 junio 2020 15:46

Estamos menos ñoños. Aplaudimos menos desde los balcones. Por eso igual ahora ya lo puedo decir. Vamos a ver. Llaman o llamamos héroes a los enfermeros y médicos, y sus femeninos. Y con razón, por supuestísimo. Todos los piropos que se les lancen son pocos. Aplausos, flores, pizzas… todo se lo merecen. Hasta aquí lo que ya sabemos todos. 

Yo añado, por mi cuenta y mucho riesgo que, al pensar en nuestros queridos logísticos, me viene a la cabeza la genial película “La Vida de Brian”. Entre los muchos personajes inolvidables, estaba aquel viejito condenado a las mazmorras, que envidiaba cualquier tragedia ajena, porque, sencillamente, él estaba mucho peor. Siempre colgado de la pared por grilletes, daba igual que el anciano viera un maltrato atroz o a alguien camino de la crucifixión, siempre exclamaba lo mismo, “¡qué suerte tienes!”. Él estaba peor. 

Pues algo de eso nos ocurre al ver a buena parte de los enfermeros y enfermeras, doctores y doctoras. Es cierto que mucho de ellos han sido contratados de forma precaria. Que están perdiendo sus trabajos ocasionales conforme remite la crisis sanitaria, después de haberse dejado, literalmente, la vida por los demás. Pero los trabajadores de la sanidad pública con plaza fija, por muy mal que lo pasen, además de nuestra solidaridad, reconocimiento y apoyo, nos producen… cierta envidia. A día de hoy son de los que más posibilidades tendrán de contar con lo más escaso y valioso de nuestros días: un puesto de trabajo. Un sueldecillo fijo. Quién pudiera decir lo mismo. Qué suerte tienen. Su calvario ha durado tres meses. El de media España durará dos o tres años. 

Los grandes éxitos son de los jefes, que reciben los beneficios, el reconocimiento y la lisonja. Sumergidos como estamos en la tormenta perfecta, en el fracaso total también se supone que algo, aunque sea un poquito, tendrán que ver

En nuestro sector hay de todo. Unos están más afectados que otros. Unos tienen más posibilidades de sobrevivir que otros. Una parte del desenlace dependerá de las empresas y de quienes las conducen. Será interesante observar de cerca a los empresarios logísticos ante la nueva tesitura que nos toca vivir. Sé, porque los conozco muy bien, que en nuestro sector hay grandísimos gestores, excelentes empresarios. Pero también sospecho, no me pregunten por qué, que pudiera haber algunos “gestores de bonanza”. Una cosa es tener una empresa y otra ser empresarios. 

Esos títulos de empresario se refrendan en estas crisis. Ahí es donde el que más y el que menos habrá de estrujarse la mollera para ver de qué forma se consigue el objetivo máximo: mantener el mayor número posible de puestos de trabajo. No va a ser fácil. Pero es lo que nos toca. Los grandes éxitos son de los jefes, que reciben los beneficios, el reconocimiento y la lisonja. Sumergidos como estamos en la tormenta perfecta, en el fracaso total también se supone que algo, aunque sea un poquito, tendrán que ver. No se va a pedir muy buen resultado a nadie, ante la magnitud del reto que tenemos por delante. Pero tampoco debe darse por válido lo de bajar los brazos o recurrir a la amputación de distintos miembros sin haber hecho todo lo posible y lo imposible por salvarlos. Nuevos retos, otra vez. Volver a empezar, otra vez. Y todo esto, como ya dije en otro artículo, guiados por políticos que, en demasiados casos, no han trabajado en la empresa privada, tampoco, en su vida. Nos toca lidiar con esto. Vamos a ello.