Menú
Suscripción

La logística en la guerra comercial

Con la guerra comercial entre Estados Unidos y China recrudeciéndose minuto a minuto, la semana pasada tenía lugar en Barcelona la presentación de la feria por excelencia para las empresas que quieren entrar, o ganar cuota de mercado, en el país asiático.

  • Última actualización
    24 mayo 2019 15:03

Se trata de la  China International Import EXPO (CIIE), un evento que el pasado otoño celebró su primera edición y que este año repite impulsada por el Gobierno chino para facilitar a las empresas extranjeras la presentación de sus productos y servicios en un país ávido por comprar en el exterior.

En la presentación de la China International Import EXPO participaron altos representantes en España de la República Popular China, que no rehuyeron hablar sobre los peligros que supone el conflicto abierto con Estados Unidos, una guerra comercial que ya está salpicando  a todo el mundo.

A tenor del discurso de estos representantes gubernamentales, China ha optado por presentar ante el mundo su cara más amable, asegurando que las puertas del país van a seguir siempre abiertas al exterior. La cara agria, la mala, queda ahora para Estados Unidos, o al menos para su presidente, Donald Trump, que por el momento ejerce de malvado en esta historia. Aunque ya saben que los americanos son los reyes en esto de acabar siendo los chicos buenos de la historia.

Hoy, todo hace pensar que la batalla comercial entre Estados Unidos y China será larga, aunque muchos analistas han advertido ya del as en la manga que tiene guardado Pekín y que de momento no ha enseñado, que no es otro que la deuda estadounidense. China es el mayor tenedor soberano de deuda pública de este país, concentrando en sus manos 1,12 billones de dólares en bonos del Tesoro, lo que le da una ventaja en este conflicto que, de momento, no ha sido utilizada.

Y en medio del sarao, ¿qué hacemos los europeos? ¿Y los logísticos? Los europeos, lo que podemos. Porque son muchos quienes apuntan que esta batalla es más que comercial y, de prolongarse, requerirá de un alineamiento de los países en uno u otro bando. En el caso de los logísticos, si las llamadas de Donald Trump a que los fabricantes estadounidenses modifiquen sus cadenas de suministro para dejar de fabricar en China y de importar productos y materias primas de ese país  surten efecto, no cabe duda de que ello obligará a un replanteamiento de las cadenas logísticas a nivel internacional.

Bien es cierto que si se reduce el flujo de productos procedentes de China aumentará el que llega de otros mercados, como Sudamérica u otros países asiáticos, lo que no supondría un grave problema para los grandes transitarios y operadores logísticos. Pero para los pequeños y medianos el impacto de este cambio en los esquemas logísticos podría ser grande.

Por otro lado, hay que tener en cuenta el impacto que la guerra comercial puede tener en el mundo marítimo-portuario. Por un lado, las navieras podrían verse obligadas a reducir capacidad y a incrementar fletes para poder sobrevivir a un eventual descenso significativo de los tráficos –el transporte marítimo mueve el 90% del comercio internacional por lo que es un serio candidato a resultar perjudicado por una guerra comercial prolongada–. Por otro, los puertos recibirían también el impacto de esta eventual caída de tráficos. Y muy especialmente los puertos de la costa oeste de los Estados Unidos, que concentran la mayor parte de los tráficos que llegan al país procedentes de Asia.

Es, por tanto, un auténtico efecto dominó el que puede provocar esta estrategia proteccionista de Donald Trump en un mundo que cada vez tiene menos barreras.