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MER-CAN-CÍ-AS

Ayer arrancó la legislatura y, a la espera de poner fin a esta calma chicha a la que nos fuerza la triconvocatoria del próximo domingo, en unos días nos vamos a enfrascar en la necesaria y urgente formación de nuevo Gobierno y la consiguiente designación de responsables.

  • Última actualización
    21 mayo 2019 17:51

Como quiera que las matemáticas sólo permiten una opción y todo lo demás es adentrarnos en el desastre de unos nuevos comicios, no merece la pena perder el tiempo en otro análisis que no sea el de reclamar por el bien de la logística y de la economía que se comience a gobernar ya.

A partir de aquí, si quieren podemos entrar a hablar de programa, aunque, si me lo permiten, prefiero en este instante hacer algunas consideraciones sobre los protagonistas, que en esta película de la función pública son a la vez directores y guionistas.

Por de pronto, y con absoluta sinceridad se lo digo, no creo que José Luis Ábalos deba repetir como ministro de Fomento o de cómo demonios piensen llamar al nuevo Ministerio.

Si bien su responsabilidad como secretario general del PSOE puede no limitar su perfil como miembro del Ejecutivo, sus prioridades sí le restan al ejercicio de las competencias del ministerio que tiene asignado. Fomento no puede ser la excusa para tener en el Gobierno al responsable directo del Partido. Para eso que Pedro Sánchez lo nombre vicepresidente, portavoz del Gobierno y le cargue a otro ministerio ese mochuelo.

Las competencias de infraestructuras y transporte no merecen un figurante, ni siquiera de postín. No basta con que haya implicación a partir del Secretario de Estado para abajo, ni siquiera con el socorrido argumento de que el ministro está “informado”.

No basta con tener supervisores, ni tampoco prescriptores de políticas generales ni de ideologías electorales, por muy cercano que se esté al presidente del Gobierno.

Porque, además, ¿en qué nos beneficia el derecho a susurrarle al oído a Sánchez si Ábalos ha optado en todos estos meses por una manifiesta ausencia de los pasillos logísticos? ¿Con qué cuitas de lo que verdaderamente importa al sector logístico va a ir corriendo al presidente?

Por cierto, con o sin Ábalos, estaremos en las mismas en esta nueva legislatura si la política visible de Fomento sigue siendo la misma que en los últimos meses, es decir, volcada en lo social y en lo que vende desde el punto de vista de las demandas más facilonas de la opinión pública, en vez de liderar ante la sociedad las mejoras logísticas que generan eficiencia y, por tanto, riqueza y, por tanto, bienestar a la ciudadanía.

En el fondo, lo que la logística necesita en Fomento es un líder, alguien que agarre su bandera, la defienda con orgullo y la dote de una estrategia eficaz, creíble y posible, con sentido, conocimiento y con argumentos.

Y esto mismo es imprescindible en cada Secretaría, en cada Dirección General y en cada presidencia de organismo público del Grupo.

Ahora hay cuatro años por delante. Ya no hay lugar para sentirse ni interinos ni inestables. Ya no hay excusa para obviar el necesario destierro de espíritus funcionariales. Las competencias de transporte e infraestructuras necesitan responsables que sean imagen del sector y marquen el paso, nada de grisuras ni  de perfiles planos.

Hay que arriesgar, mojarse, dar la cara, arremangarse y hablar con claridad de camiones, de carreteras, puertos, barcos, aeropuertos, almacenes, estanterías, paquetes y, por supuesto... de MER-CAN-CÍ-AS. Los que tengan el valor de pronunciar esta palabra con orgullo, que repitan y sigan adelante. Los que no, por favor, a otra parte.