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La terminal de contenedores será siempre la de Perfecto Palacio

Son días de profunda tristeza. El COVID y los otros virus nos están amargando la existencia. Amigos que enferman, amigos en los hospitales, amigos que fallecen… Solos. Y eso es lo peor, la soledad a la que se condena a los que se van cuando más necesitan compañía. Soledad multiplicada en los que quedan sin poder despedirse, sin poder decirle que le quieres a quien quieres. Todo a cambio, repito una vez más, de un puñado de votos, de seguir celebrando banquetes, nocheviejas y buenas noches. Somos o son así.

  • Última actualización
    17 enero 2021 10:15

El último gran mazazo que he recibido ha sido la muerte de Perfecto Palacio de la Fuente. Mi opinión de Perfecto Palacio no la puedo negar, porque lo que pienso lo escribo. Ahí tiene el amigo lector uno de esos escritos, de hace un par de años. 

Perfecto es el máximo exponente de una época gloriosa de la logística. Aquella en la que las terminales, las empresas y los sindicatos tenían nombres de personas. Se hablaba de la transitaria de Julio, del sindicato del Coixo o la terminal de Perfecto. Y todo era más humano, menos raro. 

Nuestras instituciones políticas, sus normas, sus burocracias, sus millones de gasto en promoción exterior… no son nada sin personas, como Perfecto Palacio, sobre las que levantar terminales líderes en el mundo. Los grandes puertos tienen una serie de nombres claves que saben recitar los más viejos del lugar, pero que no conocen, para nada, aquellos mandatarios que entran en nuestro mundo como caballos en cacharrería. Sin respeto. 

Perfecto es y será siempre la persona más importante de la historia del Puerto de Valencia, a quien le deben progreso, trabajo y futuro miles de familias. 

Para mí y para muchos, la terminal siempre será la de Perfecto. Oficialmente, algún espacio en el Puerto de Valencia debería llevar su nombre. 

La logística española es lo que es por grandes puertos como el de Valencia, que es lo que es por su terminal pública, que existe porque Perfecto Palacio de la Fuente puso la primera grúa, contra la voluntad de los políticos de entonces, mutaciones previas a los virus de hoy. Y porque la terminal la desarrollaron un equipazo de lujo, donde estaban Perfecto y el gran Manuel (“Pancho”) Rodríguez Junquera, junto a primeras figuras como Luis Ruíz Vergara, Julio Fernández, Antonio Martínez o Enrique Dermit, por citar a algunos (mil perdones por no citar a todos). No me pregunten cómo se llamaba el concejal de turno o el conseller de guardia en aquellos tiempos gloriosos. Sí recuerdo que estaba Joan Lerma de president de la Generalitat Valenciana, como también recuerdo que para que le abrieran las puertas en las altas esferas de Estados Unidos tenía que ir con Perfecto, a quien respetaban especialmente en USA gracias a los años que llevaba trabajando con ese mercado. 

Está bien, supongo, que quien compra el usufructo pueda ponerle a la terminal el nombre que quiera. Quizás, por justicia, lo que sí debiera llevar el nombre de Perfecto Palacio sería el muelle que la soporta. Ahora se llama muelle Príncipe Felipe, inaugurado por aquellos políticos que unos años antes, cuando eran oposición, intentaron boicotearlo. El príncipe Felipe es hoy Rey y puede que en el futuro sea Rey Emérito y… lo que surja. Perfecto es y será siempre la persona más importante de la historia del Puerto de Valencia, a quien le deben progreso, trabajo y futuro miles de familias. 

Su hijo, Perfecto Palacio López siguió el gran trabajo de su padre y hoy tiene la responsabilidad de ser nuestra esperanza contra el olvido. Para mí y para muchos, la terminal siempre será la de Perfecto. Oficialmente, algún espacio en el Puerto de Valencia debería llevar su nombre. 

Gracias Perfecto, por mil cosas, sobre todo por mostrarme que puedo seguir creyendo en el ser humano, porque existen SEÑORES como tú. Descansa. 

Perfecto PalacioArtículo publicado el 14 de diciembre de 2018Babeamos por un buen número, azul o negro, grande y gordito. Pero nada peor nos puede pasar que convertirnos en números, que nos traten o tratar como tales. Estos días andamos subrayando varias cifras de contundencia especial. Desde los XXV de Diario del Puerto a los 20 millones de toneladas de Castellón, pasando por los cinco millones de TEUs movidos en Valencia en un año, o los 16.274 euros destinados a Aportem que se consiguieron en la Cena Benéfica de Propeller Valencia. En todos esos guarismos hay personas concretas y responsabilidades específicas que nunca debieran olvidarse, porque sin ellas, las cifras, son sólo frías cifras.

He visto, con gran placer, que el enfoque de las citadas celebraciones ha sido especialmente humano. Tras cada número se ha colocado a las personas y empresas que lo han hecho posible. Genial. En el caso, por ejemplo, de los cinco millones de TEUs anuales movidos en Valencia, se optó por poner el foco, además de a la redonda y rotunda cifra, sobre los nombres y apellidos. Allí, en el centro de la atención estuvieron, acompañando a Aurelio Martínez, Fernando Huet, Rafael del Moral y Rafael Aznar, que fueron en distintas etapas presidentes de la APV y casi toda su vida directivos de esa institución. Junto a ellos, alguien por el que esta casa en general y yo en particular, sentimos una especial predilección, Perfecto Palacio de la Fuente. Como siempre digo, para mí, la persona más positivamente influyente en la logística valenciana en particular y española en general. Estoy seguro de que el tiempo puede mover recuerdos, tergiversar la historia, encumbrar a unos y ensombrecer a otros. A voluntad de quien en cada momento estén en lo alto del caballo. Por eso, los que amamos la verdad por encima de todo y hemos tenido la dicha de vivir directamente a determinadas personas y concretos sucesos, hemos de esforzarnos en memorizar hechos y gentes, antes el riesgo de que nos los diluyan los intereses de unos y otros. Perfecto Palacio trajo la primera grúa de contenedores a Valencia, porque José Luis Vilar Hueso, director de la entonces Junta de Obras del Puerto, se lo permitió tras unir su entusiasmo y el de otros directivos del Puerto de Valencia, al de Palacio. Así se sentaron las bases del excelente presente que se ha cosechado casi 50 años después. Un presente cuyo futuro será frágil y voluble si sólo se cimienta en números. Será sólido y con mayores garantías de perdurar si no se olvida a las personas que hay detrás de cada barco traído, de cada tonelada movida, de cada hora entregada a un sector que se convierte en pasión cuando a los números se suman los profesionales que hay detrás de ellos. Sin rencores ni desmesuradas alabanzas, hemos de hacer un esfuerzo concreto por no olvidar a quién hizo qué. Entre ellos hay miles de profesionales de la logística que son los auténticos responsables de la fuerza y el futuro del sector. Perfecto Palacio de la Fuente es el máximo representante de ese bien hacer. Lamentablemente en la memoria colectiva puede que perduren más los muchos políticos que durante años han puesto palos en las ruedas del carro de la logística que quien la ha impulsado de forma tan absolutamente determinante. Recuerde el amigo lector que la villanía se perdona, la ingratitud nunca.