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Faltar el respeto

Anda el oportunismo en pleno éxtasis mariano, en absoluta fase de sublimación panegírica, en desatada glorificación de su olimpo inmaculado, en espasmódica exaltación del clímax más desaforado.

  • Última actualización
    16 junio 2020 16:58

Cruza ante nuestros ojos tan sibilino pero tan puro, tan descarnado pero tan perfecto y tan desconcertante pero tan paradigmático que, de primeras, no puede uno más que alzar la cabeza, admirarse y declamar: “Mira, hermano, por ahí va la oportunidad al vuelo, el camello por el ojo de la aguja insertado”.

Era o bien la torpeza o bien el cielo resabiado, pero conociendo el pasado taurino de lo que nos ocupa, ha sido el cielo y tiene su mérito.

Lleva el sector del transporte de mercancías por carretera sumido en un ultimátum desesperado y desesperante desde finales de 2018 y, encima, sin perder las formas y mucho menos la ilusión.

Han convertido las patronales estos últimos 20 meses en un permanente 5 de enero, absortas en un pulcro, metódico y expiatorio ejercicio epistolar donde punto por punto han ido reiterando su lista de deseos, alternando las prioridades, modulando la intensidad de las advertencias, en busca siempre de la mejor manera de ser fiel a la angustia sectorial.

Cierro lo ojos y las veo estos meses  camino del buzón ministerial, una vez tras otra, pesadumbre en los andares, sí, pero siempre pintada en las sonrosadas mejillas la esperanza de que antes o después el señor ministro y su ministerio se atusarían la barba, se ceñirían la corona y de una maldita vez sacarían de paseo el reno y dejarían algo, por lo menos algo, lo que sea pero algo en el cada vez más roído zapato.

Claro que primero fueron las elecciones, luego otras elecciones, después la pandemia, más tarde la crisis derivada de la pandemia y el sector ha seguido amaneciendo, ha seguido mirando bajo el árbol y ha seguido aguantando la bofetada de no recibir nada  para, acto seguido, volver a sacar punta al lápiz y poner la otra mejilla.

"Nada simboliza mejor la humillación, la sumisión, el puñetazo y que encima te pidan que des las gracias"

La última el 4 de junio, cuando como esos infantes que a la puerta de Galerías Preciados se sentaban en las rodillas del famélico paje de su majestad, el CNTC se plantó a los pies de Su Alteza Ministerial, que les dijo lo de siempre: no se preocupen, tomo nota de sus peticiones, se las haré llegar al resto de magos ministeriales de Oriente, han sido buenos y pronto les traerán lo que piden: puede que incluso mañana mismo, o pasado, muy pronto...

Como podrán suponer, ni mañana, ni pasado, ni, al cierre de esta edición, en ninguno de los 13 días que se han esfumado.

Pero lo peor no es este incumplimiento flagrante. Lo más hiriente es que mientras que el sector de la carretera aguarda desesperado una respuesta del titular de Transportes, mientras se consume en el ansia por una simple palabra, el ministro calla ante la carretera pero grita ante la opinión pública con su presencia el lunes en la presentación del Plan de Automoción. Allí, en Moncloa, del brazo del presidente, el ministro dio su respaldo a un documento que, vaya por Dios, lleva entre sus medidas ni más ni menos que aprobar las 44 t, es decir, satán, belcebú, lucifer, luzbel, mefistófeles, el anticristo, el leviatán, todo uno y trino para el CNTC, pues nada simboliza mejor en el sector de la carretera la humillación, la sumisión, el puñetazo y que encima te pidan que des las gracias.

Esto no es que te traigan carbón. Esto es que te vayas a la cama y a la mañana siguiente te hayan robado la casa, el árbol y hasta el zapato.

Pero está claro que esto tenía que ir de larga cambiada, de nada por aquí y nada por allá, de mira mi mano derecha para que no veas qué estoy haciendo con la izquierda, tal vez la única forma de colarle el gol  de las 44 toneladas al sector del transporte, que ve cómo queda todo dinamitado.

En fin, efectivo es, pero no deja de ser faltarle el respeto al sector de la carretera y, salvo rectificación, situarle al borde de la movilización.