Menú
Suscripción

Disparen al mentiroso

En las madrigueras, encerrados, somos todos menos peligrosos. Entre otras cosas, conducimos menos, contaminamos menos. Pero un descerebrado lo es siempre y acaba encontrando algo con lo que joder la marrana.

  • Última actualización
    24 marzo 2020 13:38

Hubo un tiempo, ciertamente añorado, en el que tener un medio de comunicación propio suponía un desembolso brutal, unos estudios, una ética, una res-pon-sa-bi-li-dad. Ahora, con un teléfono uno puede intoxicar medio planeta a base de difundir tonterías. Es tiempo de fijarse más que nunca en la cantidad, calidad y, sobre todo, procedencia de la información que consumimos. Y, lo que es tanto o más importante, la que reenviamos. A muchos les importa cero ninguna otra cosa que no sea el llamar la atención. No pasaron por la Facultad de Periodismo, en la que nos explicaban que eso de “no dejes que la verdad te estropee una buena noticia” era una broma, una ironía. Hoy, cuando las cosas están más serias que nunca, con los televisores infectados de ataúdes, no puede ni debe salir gratis ni la creación de mentiras ni su difusión sin confirmación alguna. Sería un buen momento para establecer muy serio castigo para quien cree mentiras o las difunda. Puede haber cosas igual de importantes que la comunicación, pero no se nos ocurre ni una sola que sea más importante. Buscar la verdad, saber dónde encontrarla y castigar las mentiras, es más imprescindible cuanto más descerebrados tengan en su mano un medio de comunicación tan potente como… un teléfono.