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Campus portuarios

  • Última actualización
    16 septiembre 2021 18:03

En los viajecitos esos que me doy de punta a punta de nuestra geografía logística, surgió el otro día un tema que me pareció digno de traer a este íntimo escaparate. Me contaban que las empresas ubicadas en los puertos están viviendo concretas dificultades para contratar gente joven. Ocurre que la nueva hornada de mano de obra no ve ni bien ni lógico eso de tener un coche en propiedad. Por tanto, no tienen coche. Y miren por donde, para ir a trabajar a las empresas ubicadas en los recintos portuarios es imprescindible, ya que en la mayoría de los puertos la conexión de líneas de transporte de pasajeros deja mucho que desear o es directamente inexistente. Muchas personas medioambientalmente comprometidas, toman la decisión, no siempre obligada, de tener un vehículo eléctrico o, directamente, no tener ninguno. Esta segunda opción puede llegar a significar que no podrán trabajar en un futuro inmediato en empresas o instituciones portuarias.

La endogamia del colectivo logístico puede que tenga inconvenientes, pero tiene una ventaja importante: constituye comunidades profesionales vertebradas como pocas o ninguna. Esa piña, esa familia logístico-portuaria, puede y debe activarse un poco más, sobre todo si tenemos en cuenta su salud económica y su, todavía, considerable autonomía de acción. Hay mucho por hacer en los recintos portuarios y sus adyacentes zonas de actividades logística, para hacerlas cada día más limpias y humanas. Crear, por ejemplo, una unidad de criterio y actuación entre todas las asociaciones empresariales, sindicatos e instituciones de cada puerto, para exigir la llegada del autobús y/o el metro a las zonas de mayor concentración de puestos de trabajo. De esas paradas en puntos neurálgicos, se podrían establecer lanzaderas a cada zona, además de carriles bici, para que el uso del vehículo sea mínimo y, por supuesto, no permitir que ni lanzaderas ni vehículo que aspiren a moverse por los puertos usen energías contaminantes o no renovables. En la ciudad... lo que marque nuestros amigos los políticos. Pero… ¿por qué no crear nuestra propia burbuja limpia? Un mundo donde, por ejemplo, esté prohibido el plástico, como ya casi lo está, tras la más que exitosa campaña No Plastic, llevada a cabo por Ecoport, el Centro Portuario de Empleo y Aportem, que lucha por retirar del sector portuario valenciano un millón de botellas de plástico al año. Un micro mundo en el que se autorizase a circular a muy pocos coches y siempre que sean eléctricos. Sería un complemento perfecto a la supresión de emisiones contaminantes de los barcos en puerto, algo que será posible gracias a los generadores que distintas autoridades portuarias tienen previsto instalar.

Este campus portuario, este pequeño gran ejemplo de burbuja limpia, atraería también a lo más valioso que hay para el futuro de la economía y la empresa: el talento joven

Este campus portuario, este pequeño gran ejemplo de burbuja limpia, atraería también a lo más valioso que hay para el futuro de la economía y la empresa: el talento joven. Captarles es sinónimo de desarrollar la productividad y las nuevas tecnologías, y, sobre todo, de crear esa imprescindible cantera, abundante y bien preparada, que permita desarrollar nuestro sector logístico portuario en todas sus muy amplias posibilidades.

Es cierto que hay millones de parados en toda Europa, pero también lo es que mucho de ellos no trabajarán en algo que no les atraiga. Distintas unidades productivas, desde bares a camiones, se están viendo obligados a parar por no haber sabido captar a quienes han de darles vida. Conquistar talento pasa por mil matices. Saber que van a pasar la mayor parte del tiempo de su vida en un entorno amable, que cuida el medioambiente y a las personas, puede darle a la logística ese punto “sexy” que tanta falta nos hace.

Campus portuarios. Piénsenlo.