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70 segundos

Me temo que en las próximas semanas, vamos a tener Brexit por un tubo. Día sí, día también. Mañana, tarde y noche. En el desayuno, el almuerzo y la cena. Y esto que leen es tan sólo un aperitivo, una tapita... Dejemos el atracón  para el final, para las jornadas anteriores y posteriores  al 29 de marzo, que se presume será un viernes apocalíptico en lo político, en lo informativo y en lo logístico. Aunque ya veremos si es tan apocalíptico como lo pintan, que con la milonga aquella del Efecto 2000 nos hicieron creer que  la civilización occidental poco menos que se desmoronaría el 1 de enero de 2000 por un error de los sistemas informáticos mundiales y aquel Año Nuevo nada ni nadie me libró de ir a comer a casa de los suegros. Todo siguió igual.

  • Última actualización
    11 marzo 2019 17:06

De momento, a lo largo de esta misma semana se desvelarán algunas de las incógnitas que rodean al Brexit. El calendario aprieta y hoy mismo la Cámara de los Comunes (Parlamento británico) votará el Acuerdo de Retirada de la premier Theresa May. Mañana, en votación no vinculante, se decidirá si se descarta un Brexit sin acuerdo y el jueves se decidirá si se pide una prórroga del Brexit, también  en votación no vinculante.

Mientras tanto, a menos de 20 días del 29-M, la sensación  de incertidumbre entre las empresas de transporte, operadores logísticos, importadores y exportadores que comercian con Reino Unido permanece prácticamente inalterada. “Veremos qué pasa”, dicen entre temerosos y resignados. Mientras tanto, es de suponer que los puertos, como en nuestro país es el caso de Santander y Bilbao, con importantes lazos comerciales con Reino Unido, tienen ya establecidos los medios materiales y humanos, y los planes de contingencia necesarios, para afrontar  la situación. Es de suponer, repito. Pero al menos públicamente, poco se sabe. 

Como podrán comprobar en las páginas 10 y 11 de esta edición, el Brexit ocupa  y preocupa. La naviera francesa Brittany Ferries, que opera nueve servicios semanales de pasaje y carga que conectan Santander y Bilbao con tres puertos británicos, no ha perdido la ocasión para reclamar al Gobierno de su país que disponga de todos los medios necesarios para garantizar el libre flujo de  de personas y mercancías por los puertos del Canal de la Mancha. Más al norte, el puerto belga de Zeebrugge, hub clave para el tráfico ro-ro en Europa, ha desarrollado dos herramientas  tecnológicas para facilitar el tránsito en sus instalaciones a pesar del refuerzo de los controles aduaneros.

Y mientras tanto, el Puerto de Dover, el de los blancos y literarios acantilados, presume de “resiliente” ante la que se le viene encima. Los mismos que cuando las tormentas impedían la navegación en el Canal de la Mancha, alertaban de que Europa quedaba aislada (“Heavy storms in the Channel, Continent isolated”), aseguran ahora que todo está controlado y que existe capacidad operativa suficiente para responder al desafío del Brexit.

En “Gone in 60 seconds”, Nicholas Cage  era capaz de robar un coche lujo en 1 minuto escaso; el inglés Bryan Robson marcó a los 27 segundos en San Mamés en 1982 el gol más rápido en la historia de los Mundiales (sí, yo lo vi) y 59 segundos  necesitó Harry Houdini para escapar de una caja cerrada con llave, sellada con cinta de acero y lanzada a las aguas del Puerto de Nueva York en Battery Park.

Un estudio del University College London para el Departamento de Transportes calcula que en caso de un Brexit duro los nuevos controles aduaneros en Dover requerirán 70 segundos adicionales por cada camión. Si así fuera, la espera para embarcar en un ferry se podría prolongar hasta seis días. “Resiliente”, dicen. ¡Ja!